miércoles, 19 de octubre de 2011
Impasse
domingo, 16 de octubre de 2011
Cerrado por derribo
viernes, 14 de octubre de 2011
Mirame
martes, 11 de octubre de 2011
II
sábado, 8 de octubre de 2011
Álbum debut
- Lo siento, el servidor de correos no estará disponible hasta la tarde – repicó la voz cascada en el teléfono.
Quedaba claro que antes y después del llamado su situación era la misma y que su acidez estomacal no iba a desaparecer así porque sí.
- Insisto. Necesito una solución ya! – exclamó.
- Créame que lo entiendo, pero el desperfecto excede a lo que podemos hacer desde esta mesa de ayuda y estamos esperando el servicio técnico.
- Vas a bailar con las más fea - pensó mientras colgaba el auricular e imaginaba el “chucu-chu, chucu-chu” de la monótona letanía que su jefe le descargaba cada vez que alguna complicación asomaba en el horizonte de la tarea cotidiana.
Se dirigió al baño, cumplió paso a paso el masculino ritual de jugar con las bolitas de naftalina de colores, lavarse las manos, mirarse en los espejos como si no se conociera de memoria cada rasgo, y reírse internamente de los ruidos que provocaba el estreñido de turno detrás de la puerta de uno de los boxes.
- ¡Cuánto falta para la noche de hoy! – le susurró sorprendido a su cara frente a él.
Decidió que no iba a soportar a su jefe. Averiguar en la Escuela de Danzas Nativas de la otra cuadra por las clases de malambo para Luca, su hijo de ocho años, era una alternativa más que interesante para ocupar el resto de la mañana.
Atravesó la puerta de entrada a las oficinas. Miles de sonidos, desquiciados ruidos, lo recibieron demostrándole que el centro de la ciudad no era para todos. Un semáforo lo encontró pensando en cuanto amaba el Blues. De la ventana próxima se escapaban los acordes de una banda de garaje que intentaba darle forma de cover al Rockabilly para siempre de Ciro y Los Persas.
- Me gusta más el blues del gato sarnoso – pensó mientras descubría que la versión sonaba bastante similar a la original.
Tanteó el bolsillo de su campera para verificar que su armónica compañera de antaño estaba en su lugar y giró en dirección a la puerta de las salas de ensayo.
Se detuvo. Dudó. Pensó.
Obviamente, entró.
(Dedicado a los seguidores de Ciro y Los Persas)
jueves, 6 de octubre de 2011
Mi día existencial....
domingo, 2 de octubre de 2011
La bocina llego en el momento justo. Fuerte, con ímpetu, en el silencio de la siesta. Pude ver como se sostenía del poste indicador de la calle y fantaseé luego con haber adelantado su parto. Nunca lo supe porque, claro, ya la había olvidado cinco minutos después de lo sucedido, mientras buscaba algo más.
Tengo que aclarar que nunca busqué niños. Me parece repugnante. Gritan un poco, saltan, hasta se tiran al piso… pero luego ríen como si no hubiese pasado nada. Es como interrumpir el clímax en su mejor momento. Un coitus interruptus totalmente indeseado.
También se lo hice a Claudia, que me reconoció y no tuve mas remedio que saludarla agitando la mano. Creo que habló con mi madre al respecto sobre actitudes enfermizas y si no tenía otra vida que la de estar arriba del auto… no le di importancia. Incluso ahora, luego de esos comentarios, veo que se lo merecía. Pensar que alguna vez soñé con invitarla a cenar, tomar algo y luego de unos bailes, lo mejor: salir a extasiarnos con la mole del Ford y la bocina.
Creo que no lo había aclarado, pero siempre, luego de cada situación, de cada frenada, del terror en la cara de la gente, luego del enojo, los insultos, escupitajos o golpes incluso, además del éxtasis, siento cómo mis muslos se van entibiando lentamente, cómo el líquido corre hacia abajo, cómo se relajan mis genitales y se crispan mis manos al volante, acelerándose la respiración, necesitando más aire en mis pulmones… porque, claro, yo, como muchos que ves día a día en las calles de mi ciudad, eyaculo utilizando la bocina a destajo.